domingo, 18 de julio de 2010

Memorias

Me quedo dentro de mis instintos
y en la cultura que me vio nacer
Como paloma seca
como máscara china
En la penumbra de una ventana
yacen las herencias malditas
con el clamor de los desheredados.
Y mañana, cuando de barro de vista
y la estepa me resguarde
seré la nada misma
que sembró la memoria familiar.
Desde una abuela alunada en sus difuntas caricias,
el semen olvidado de un hermano bastardo,
y jamás un domingo de vigilias.
Es la siempre pulcra vagina
y el cacharro viejo que se oxida
bajo la canilla semi abierta
De barro y metal se nutren mis flores
La inconsciencia, mal parturienta
de amores y golpes en la mesa.
Y ese sometimiento
de la vieja que veo en la ventana.
No quiero ser errante en las conocidas mañanas,
del olor a guiso fundido
y el estómago afligido.
Mas es mi herencia el poniente sol
que veo ceñida desde la ventana.







lunes, 12 de julio de 2010

Epitafios.


Desperté pensando que era una tarde fría, muy fría (y lo era de hecho), que tendría que empezar a buscar algunos sentimientos que eclipsaran algunas fantasías y de una vez por todas eliminar esos sentimientos que me hacen fantasear, pero obviamente fue todo demasiado abstracto, entonces me levanté y de pantuflas fui a la cocina , me preparé un jugo de naranjas y empezar de vuelta todo, y que ya nada tiene de misteriosa la ventana.
No hay espacio para poder colearse y sentirse parte de...
A la tarde, fui al centro, y un hombre joven envuelto en una frazada me pidió una moneda., y sólo porque el mundo está hecho de esperanzas le di los únicos dos pesos que llevaba encima, y le dije, "que le valla bien", como si de algo le sirvieran esas magras monedas, pero el hombre me dijo "gracias, y que Dios la bendiga". Tenía ganas de responderle "gracias, igualmente a usted" pero no creo en la bendición de ningún Dios, y mucho menos me creí digna de recibir alguna, sabiendo lo que esta expresión significaba para este hombre, considerando que él tenía una frazada como hogar y al menos treinta años más que yo. Así que me aleje sin mirarlo otra vez, pensando en el por qué de los destinos y los destinatarios.
Cuando crucé la calle siguiente escuche un estruendo, seguido de bocinazos, seguido de gritos. La gente empezó a correr en dirección opuesta a la que yo iba caminando, y no me animé a voltear, no sé porqué presentí que mi negación a devolverle la bendición al linyera sería mi karma para siempre, y seguí caminando tratando de actuar indiferente al horrible accidente que tal vez acontecía detrás mío.
Llegue a casa como teletransportada, no había pensado en absolutamente nada, le dí de comer a la gata y me volvi a acordar del triste linyera que me dio sus bendiciones, así que no pude esta vez evadir mi curiosidad y encendí la computadora para ver las ultimas noticias en el diario. Y como todo en este tiempo es inmediatez, mi curiosidad ya no tuvo tanto sentido. La nota se titulaba " Un desafortunado accidente en pleno microcentro de la ciudad deja sin vida a un hombre aún no reconocido que solía deambular la zona: Un Hombre de aproximadamente 40 años de edad , el cual aún no se ha identificado , fue envestido por un auto Ford K que se dirigía en dirección oeste- este por calle Lavalle, que, según testigos, iba a gran velocidad. El impacto fue de tal violencia que dejó sin vida al sujeto al instante.
Ampliaremos."
Esa tarde fría, un hombre me había bendecido, no por darle dos pesos, sino por mirarlo a los ojos, y sentir que había una vida más allá de la frazada y el sucio pelo largo. Nada puede devolverme eso, y no puedo dejarlo como una anécdota en la que conocí a un tipo que a los cinco minutos se murió.
Se murió, o Dios se lo llevo y lo tiene a su lado con una frazada un poco más limpia.

Nuevamente fantaseo, pero ahora con la vida de este muchacho, con esa vida antes de ser un NN, antes de empezar a creer en la angustias y las flores de la primavera.
La vida se cura cuando se siente cerca el final, y no se ha escrito aun el epitafio.